El Día de la Educación Parvularia y del Educador de Párvulos fue instaurado en Chile, con el nombre Día de la Educación Parvularia en 1991, fue la forma de destacar el importante rol de estos profesionales en el sistema educativo nacional. En 1993 se le dio su nombre actual. Se celebra el 22 de noviembre, fecha que corresponde a la creación, en 1944, de la primera escuela de Educación Parvularia en la Universidad de Chile.
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La preocupación, el afecto y el conocimiento de cada niño y niña con sus características individuales que presenta cada educadora y técnico de Jardines Infantiles y Salas Cunas en el desempeño de su función educadora produce como resultado un fuerte vínculo de afecto entre tías y niños y niñas a su cargo.
Uno de los principales beneficios de la Educación Parvularia en este momento del desarrollo de los niños y niñas es de un valor fundamental porque los aprendizajes que se adquieren son principalmente a través de un clima afectivo nutritivo, y complementa la crianza de los padres estableciendo las bases del posterior comportamiento adulto y las capacidades para pensar y sentir.
A su vez, para los padres y sus hijos de contar con un Jardín Infantil o Sala Cunas que pueda garantizar estas experiencias, puede tener un impacto social, en cuanto a favorecer el desempeño laboral de los padres, pero además cada vez es más relevante el impacto en el desarrollo de las emociones y del integral desarrollo físico y afectivo de los niños y niñas.
La importancia del desarrollo infantil en la primera infancia se encuentran ampliamente estudiada por las neurociencias, y cada vez existe más conocimiento basado en la evidencia que permite argumentar las razones para preocuparnos de la calidad de las experiencias interpersonales y el contexto en el que viven los niños y niñas durante sus primeros años de vida. Es en esta etapa donde se fraguan las capacidades de adaptación al entorno y de organizar nuevos aprendizajes, de sentir diferentes emociones y de regularlas o de verse arrastrados por ellas como si fuera un caudal torrentoso, de enfrentar tensiones y momentos frustrantes a través de una autoestima fuerte.